Características generales de los escritores de los años noventa:
Muchos de ellos han obtenido importantes premios literarios. Premios que nos muestran la existencia de una renovación del mercado en forma de la aparición de unos lectores, los jóvenes, que por razones históricas, sociales, culturales e ideológicas no se identificaban (e identifican) plenamente con las narrativas de los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta. Un público que no vivió ni la Guerra civil, ni la posguerra franquista y que durante el periodo de la Transición democrática carecía, por su edad, de los recursos intelectuales y experienciales necesarios como para adoptar una postura frente al proceso democrático español. Un público que ha padecido el proceso de "amnesia" propiciado por los diferentes grupos políticos españoles en el proceso de construccción consensuada de la democracia por lo que su "memoria" personal, por cuestiones de edad y de falta de referentes históricos, se ha construido sin nexos de unión con las generaciones anteriores. Unos lectores que desconocen el pasado cercano español y a los que, desde un escepticismo total hacia los grandes discursos ideológicos, les importa muy poco, en términos políticos, lo que haya ocurrido durante los últimos sesenta años de la historia de España
Ese vacío histórico ha generado también una transformación del imaginario tanto del público lector como del de los escritores. Las señas de identidad, la memoria, el recuerdo sentimental de estos, algunos de ellos aún muy jóvenes, autores y lectores se articulan a través de códigos diferentes a los de las anteriores generaciones. Los escritores de las tres generaciones activas durante el franquismo tenían en común unas cinematografías, una relación intelectualizada con la televisión e integrada con la radio, una vinculación sentimental con ciertas discografías basadas en la disidencia, o en el bolero y la canción española, que les hacían ser copartícipes de una realidad común a la de sus lectores durante un larguísimo periodo de tiempo. Los autores de los noventa, en cambio, escriben para un público que ha sufrido un corte generacional con sus mayores, que tiene muy poco en común con ellos porque se ha producido una fractura de los referentes socioculturales. Estos últimos se han anglosajonizado por medio de nuevos referentes literarios como Salinger, Kerouac, Ginsberg, Bukowski o Carver, así como por las cinematografías del cine negro e independiente norteamericanos, los del comic, del rock and roll y el blues de los Estados Unidos.
sábado, 31 de octubre de 2009
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